Asomando la mirada por la ventana,
la ciudad me enseña su grandeza;
pasa lenta la rutina ciudadana,
y en el caos contemplo su belleza.
Paisaje urbano adornado de historia,
calles atascadas y peatones diminutos;
es la vista en lo alto de la noria,
que me atrapó por varios minutos.
La rueda de la fortuna va con calma,
no tiene afán alguno en dar sus vueltas;
cada giro ofrece el mismo panorama,
pero no surgen las mismas respuestas.
En la cima brilla la esperanza del mañana ,
se disfraza entre los grises de la urbe;
en el declive sorprende una calma liviana,
no hay un pensamiento que perturbe.
Si observo hacia el lado contrario,
la gente se divierte por montón;
el entusiasmo inunda el escenario,
todos disfrutando del parque juguetón.
El ocaso hace su entrada en escena,
y la ciudad prepara su traje de noche.
Fue una tarde serena y amena,
pues del paseo no tengo reproche.
El horario está a punto de acabar,
y las atracciones van quedando vacías;
ya llegó el tiempo de bajar,
pero quedarán mil fotografías.
Me despido de la noria,
el gran y mejor mirador;
la visita quedará en mi memoria,
y volveré como fiel observador.
Los visitantes caminan a la salida,
dejando el parque solo y escueto;
ahora debo tomar la avenida,
porque ha expirado mi boleto.
Por: Felipe Espitia
Noria por Felipe Espitia se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en ciudadelapoetica.wordpress.com.
Bello leerte.
Remembranzas que llegan con tus letras.
Gracias.
Un saludo.
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¡Muchas gracias, Esperanza! 🙂
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Me encantó. Alegre poema, paseo divertido.
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¡Muchas gracias!
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