Advertencia nocturna


Hubo un apagón justo a la mitad del camino. Me había alejado del centro de la ciudad unos minutos atrás, y entonces me detuve para percatarme de la situación. Encendí la luz delantera, sintonicé la radio en mi teléfono esperando que informaran sobre el asunto, y avancé unas cuantas cuadras más pedaleando rápidamente.

Me sentía intranquilo, pues no me encontraba transitando precisamente en la mejor zona de la ciudad; de hecho, era un barrio con varias casas abandonadas y predios en ruinas, y tenía fama de un lugar donde había actividad criminal. Por ello, pasé por allí sin siquiera mirar a los lados, y de repente cuando salía de esa zona, se reestableció la electricidad. Sentí alivio, y seguí mi camino a casa a buen ritmo.

Faltaban unas pocas cuadras para llegar a mi casa, pero algo no parecía estar bien. Los focos de los postes de energía estaban titilando y no se veía ningún vehículo o persona pasando por allí ; era muy extraño, pues eran calles muy transitadas. Resolví no prestar mucha atención a dichos detalles , y simplemente continué.

Afortunadamente, llegué a casa sin ningún problema, a pesar de lo raro que experimenté en el camino. Me relajé en el sofá, me serví una cerveza y me dispuse a ver la televisión. Sin embargo, al pasar varios canales me di cuenta que ninguno está emitiendo señal; otra rareza se sumaba a lo sucedido esa noche.

Fui a dormir después de un rato de cabecear del cansancio en el sofá. Poco después, recibí un mensaje de texto un número desconocido que ponía: no salgas, es peligroso. Quedé helado. Me levanté de inmediato, y me asomé a la ventana para ver qué había afuera.

No vi nada fuera de lo común, por lo menos en aquel momento. La calle estaba vacía y no se escuchaba ningún ruido anormal. Después de la advertencia anónima, se me quitaron las ganas de dormir, y fui a la cocina para buscar una cerveza.

Cuando regresaba al cuarto, comencé a oír levemente una especie de murmuros, como si hubieran personas enfrente de mi casa. Miré por la ventana de la sala, y vi lo que parecía ser un grupo de hombres, merodeando por las casas vecinas, como esperando el momento adecuado para un golpe.

¿Y ahora? ¿Qué hago?, era lo que pasaba por mi mente, pues los peores pensamientos pasaban por mi mente, y me estaba perturbando. Al tomar mi teléfono para llamar a la policía, aparecía en pantalla sin señal; otra mala seña que se sumaba a lo acontecía esa noche.

Aquellos sujetos podían intentar invadir mi casa en cualquier momento. Y lo que presentí, se hizo realidad en breve. Uno los hombres pasó la calle y se acercó a las ventanas de mi sala, y con un gesto le avisó a otro de ellos para que se acercara.

Yo estaba escondido detrás de un mueble del comedor, completamente atemorizado pero consciente de que era necesario mantener silencio y esperar el momento justo para atacar. Entonces, entraron con mucho sigilo, con pasos lentos; uno de ellos se quedó cuidando la puerta principal y el otro fue al segundo piso.

Era mi oportunidad para encargarme del tipo que estaba cuidando la puerta, no podía quedarme pensando, y tenía que actuar inmediatamente, pero de repente, mi teléfono vibró alertando sobre un nuevo mensaje. El sujeto notó el sonido, y comenzó a inspeccionar mientras sostenía una pistola en sus manos; en ese momento, todo era huir o morir.

Continuará…


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Advertencia nocturna por Felipe Espitia se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en ciudadelapoetica.wordpress.com.

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