En muchas ocasiones de la vida, necesitamos ese respiro, esa desconexión de los afanes diarios, para entrar en contacto refrescante con la naturaleza.
Todo comenzó cuando, con mi amigo y colega comunicador Maicol Rojas (La Galería de Mike), pensamos en la idea de ir a algún lugar nuevo para conocer, que no se ubicara muy lejos de Bogotá (capital del país). Estuvimos averiguando y mirando opciones, hasta que nos encontramos con una página en Instagram, llamada El Grand Tour.
Esta agencia de turismo ecológico estaba promocionando una caminata ecológica para el Páramo de Sumapaz, y nos llamó mucho la atención, y a pesar de que no sabíamos mucho sobre el lugar y de lo que nos podíamos encontrar allí, nos arriesgamos a comprar los cupos para dicha salida.
El día de caminar llegó. Era un domingo, y bien temprano a eso de las 5:30 a.m salimos desde Madrid, Cundinamarca para llegar hasta el Parque de los Hippies (norte de Bogotá). Llegamos allí a la hora establecida para arrancar el viaje, y a eso de las 7:30 a.m, el bus inició su ruta.
El bus de la agencia nos llevó hasta el punto donde debíamos iniciar la caminata, es decir, en medio de una trocha de la localidad rural de Sumapaz. En dicho momento, estábamos junto a un grupo de aproximadamente 20 personas, que como nosotros estaban ansiosos por adentrarse en un paraje natural tan representativo de nuestro país.
En total, eran 12 kilómetros (ida y vuelta) de senderismo y observación, que comenzaba a 2.700 m.s.n.m y acababa a una altitud de casi 3.500 m.s.n.m. Era un gran desafío, pues nos encontrábamos ante un reto importante para ver si las piernas podían con tanto.
El inicio de la caminata se dio a un paso lento pero constante, y a la vez que se andaba, se iba obervando la vegetación y las vistas propias del paisaje rural que caracterizan a la región andina colombiana. Sin duda, estábamos ante un escenario fascinante y que emanaba mucha tranquilidad.

Cada vez que íbamos subiendo, se sentía el cambio de altitud, y aunque siempre he vivido en un territorio de la Sabana de Bogotá, donde la altitud de la ciudad nunca es problema, mientras más ascendíamos empecé a darme cuenta lo que realmente es la altura.
Luego de unos 40 minutos desde el punto de inicio, comenzamos a observar los famosos frailejones, un tipo de planta propio de los bosques andinos y páramos, que tiene la increíble función de absorber el agua de las neblinas y conservarla; y estábamos en un lugar lleno de estos.


Después de una hora y media del punto de partida, y a unos 3.100 m.s.n.m, junto al grupo entero de caminantes y al guía del recorrido llegamos prácticamente a la mitad del recorrido. En la cima de una loma, a lo lejos conseguimos contemplar una vista sencillamente increíble, un ambiente con un frío penetrante hasta los huesos y su neblina espesa.

Al descender del montículo, a parte de frailejones, nos empezamos a encontrar con pequeñas lagunas, formaciones de agua propias de un ecosistema de páramo, lo cual completaba un ambiente aun más asombroso. Es en esos momentos, rodeado de semejante belleza natural, que me daba cuenta de la riqueza que posee mi país.
Es importante destacar que los páramos son ecosistemas propios de regiones andinas, son las fábricas de agua que la naturaleza nos permite la fortuna de tener. Toda el agua producida por el Páramo de Sumapaz, que es el más grande del mundo con más de 333.000 hectáreas, suministra a prácticamente toda la Sabana de Bogotá, y una parte de algunos territorios de otros departamentos.


Por fin, después de casi de dos horas de caminata, llegamos a la laguna principal de este escenario natural. Contaba el guía, que todo este ecosistema milenario, fue lugar de ceremonias y rituales importantes para los indígenas de la civilización Muisca, y solo para eventos de gran relevancia se reunían en los páramos aledaños a la Sabana de Bogotá.


Al final del recorrido, tuvimos la oportunidad de tomar algunas fotos y almorzar, porque después de tanto caminar, el hambre se presentó de manera inminente. Para mí, fue una experiencia enriquecedora en todo sentido, un contacto directo con un lugar que debemos proteger, tanto desde el gobierno como todos los ciudadanos de a pie.
Finalmente, lo único feo de dicha caminata, fue devolverse con el aguacero que nos cayó justo cuando empezamos a regresar. Sabíamos que era un ambiente frío y muy nublado, pero infelizmente, yo no estaba preparado para recibir tanta lluvia se día. El regeso se hizo eterno, pero al final, logramos llegar nuevamente al bus, empapados pero contentos.

En resumen: El páramo, un lugar de SUMA PAZ y encanto natural.
El páramo, un lugar de suma paz por Felipe Espitia se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Basada en una obra en ciudadelapoetica.wordpress.com.
Muy bonita tu entrada, nos llevas de la mano por lugares muy interesantes y hermosos. Gracias por compartir la belleza de tu tierra y recordarnos lo importante que son los ecosistemas, hay que cuidarlos. Saludos desde Mèxico.
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Hola, Ana, muchísimas gracias por tu comentario. Qué bueno que te gustó el Páramo de Sumapaz, me alegra mucho.
¡Agradezco tu visita!
¡Saludos desde Madrid, Colombia! 🇨🇴
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Felipe. saludo. Disfruté esa visita al Paramo Zumapaz, ese templo de la vida tan simbólico y estratégico para el centro del país. Preciosas fotografías y clarísimo. Muchas gracias. Saludo desde Cli.
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Oye que recorrido tan hermoso y como lo relatas me sentí caminando, observando y conociendo éste llegar tan maravilloso fin el que cuenta mi país y que no por las curvas lo había escuchado. Tengo que hacer la caminata gracias por compartir está experiencia tan bella.
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Hola, muchaaaas graciaaas! Qué bonito comentario. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo! 😊
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Madre mía, ha debido ser increíble
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Lo fue. ¡Gracias por tu visita! 🙂
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Me encantó tu paseo. Hermosa Laguna…
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Gracias. Me alegra que te haya gustado. 🙂
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Fascinante. Lástima que viva tan lejos, pero espero poder visitarlo alguna vez en la vida.
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Es un gran lugar, sin duda alguna. ¡Hombre, un saludo!
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Hermoso lugar, parece de ensueños.
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Muchas gracias por tu comentario. ☺
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