Amigos y diversión criolla


AMIGOS  Y  DIVERSIÓN  CRIOLLA

El sitio se llamaba  Billares Nápoles. No sé por qué la gran mayoría de los billares, bares, discotecas y demás lugares de entretenimiento en mi querido país, suelen llevar nombres de ciudades europeas; seguramente, debe ser por eso de que lo internacional, suena más bonito, como más cachetudo.

Podría pensarse que al llevar tal nombre, aquel lugar tendría algún estilo o ambiente italiano, pero pues no; ni cerquita. Era el típico lugar colombiano en el que se reúnen las amistades no solamente para jugar al billar, sino para deleitarse con un deporte milenario, un legado de los muiscas y de gran aceptación en los pueblos: el tejo.

Era sábado en la tarde, y ya desocupados de los deberes académicos, decidimos ir a Nápoles, pero esta vez iríamos todos los del combo: cuatro hombres y una mujer. No fuimos a jugar billar- cosa que sería lógica dado el nombre del lugar-, queríamos jugar tejo y divertirnos un rato reventando mechas,  tomarnos unas polas, y por qué no, uno que otro guarito.

Llegamos a Nápoles, y sí que se hablaba español en ese lugar. No tuvimos que preocuparnos por por decir Ciao, buon pomeriggio!, simplemente nos dirigimos al tendero y al unísono dijimos: ‘’Buenas vecino, para jugar tejo. ’’ Y sí, le dijimos vecino, tal vez porque por estos lares, todos nos creemos del mismo barrio.

El señor muy amablemente, nos guío a nuestro anhelado destino. Simplemente atravesamos el salón de billar, pasamos por el cuarto en el que se juega rana, y finalmente llegamos a la cancha larga, que es el escenario élite del juego; es el anfiteatro de los gladiadores cundiboyacenses que más que la vida, se juegan el honor y el petaco.

El ambiente no podía ser más chévere. Entre el olor a pólvora, cerveza, los gritos de júbilo de universitarios y señores amantes del tejo, se escuchaba la música perfecta para aquella atmósfera de fraternidad que se vivía: unos buenos vallenatos, mucha norteña, mucha ranchera y una que otra carranga. Mejor dicho, se sentía ese aire criollo por doquier.

Nos mostraron el cajón de los tejos; cada quien escogió el suyo demorándose un poquito, y es que siempre hay que elegir un buen tejo, por aquello del impacto y la puntería. Pero hasta ese momento, nos faltaba lo que le da vida al juego, eso que le pone sabor a la vaina: la polita. Ahí fue cuando grité con muchas ganas: ‘’Vecino, regáleme un petaco. ’’

Ya dispuesto todo, al ritmo de una carranga, dimos inicio al chico. Mientras cada uno hacia su lanzamiento, se iba conversando de fútbol, de tragas, de mujeres, de cualquier bobada u ocurrencia, e incluso, hasta de política terminamos debatiendo. Se vivía un ambiente bacano entre pola y pola, entre moñonas y mechas, y por supuesto, todo era risa cada vez que alguien la embarraba.

Se iba terminando el petaco, así que pedimos un litro de guaro. Concertamos-ya medio prendidos-, que jugaríamos el último chico para acabar esa botella, y que después de eso, iríamos a comer una picadita para terminar la noche y disimular el tufo que teníamos. La idea sonaba bien, y es que de todos modos, la plata ya nos comenzaba a escasear.

La pelada sentenció el último juego con una moñona contundente. Salimos de las canchas con los zapatos sucios y las manos untadas de greda; escachalandrados, pero contentos. En algunos- como yo-, ya se notaban los efectos del alcohol por el caminado, el balbuceo de las palabras, y por los sentimientos que afloraban con frases como: ‘’Parce, yo a usted lo quiero mucho. ’’

Pasadas las ocho, por ahí cerquita a los billares, encontramos un chuzo de fritanga: El Palacio del Colesterol;  uno de esos lugares donde sirven los manjares criollos que amamos los cundiboyacenses. Pedimos una picadita de veinte mil, que traía rellena, chicharrón, papita criolla, chunchullo, longaniza, y demás delicias para chuparse los dedos; menos mal con todo eso, quedamos como la perra del alcalde.

Después de esa tarde-noche tan bacana que pasamos, fuimos hasta la plaza central, y ahí acabaría esa tarde de parceros. Nos despedimos cariñosamente, como si fuéramos familia; eso se debía al aguardiente,  que todavía nos tenía sentimentales. La pelada se montó en un taxi, los otros tres se fueron caminando, y yo opté por un bus que me dejaba cerca de la casa.

Mientras iba escuchando música, con la cabeza dándome vueltas, seguía pensando en moñonas, mechas y fritanga. Medio cursi, aunque consciente de mi estado, concluí: los amigos no rechazan gustos,  no se fijan en estratos, no juzgan apariencias, por el contrario, se apoyan como hermanos y se divierten sin mente, como el demente…Pero ese rato criollo con mis amigos, me iba a dejar severo guayabo.

Felipe Espitia


Acá les dejo el glosario colombo-español para que entiendan algunos términos del relato jaja 🙂

GLOSARIO COLOMBO-ESPAÑOL

  • Cachetudo: Es un objeto o lugar fino, elegante, prestigioso.
  • Muiscas: Es una tribu indígena que habitaba en el altiplano cundiboyacense.
  • Combo: Es un grupo de amigos.
  • Vallenato: Es un género musical colombiano, propio de la región caribe.
  • Carranga: Es un género musical colombiano, propio de la región cundiboyacense.
  • Traga: Dícese del estado de enamoramiento que puede experimentar un(a) colombiano(a).
  • Bobada: Es una cosa tonta, insulsa; algo sin mucha importancia.
  • Petaco: Es una canasta de cervezas. En su gran mayoría, de cerveza Póker y Águila.
  • Embarrarla: Dícese de la acción infortunada en la que se comete un error frente a los amigos.
  • Guaro: Es una bebida alcohólica típica colombiana. Se le conoce también como aguardiente.
  • Prendido: Cuando alguien está prendido, está dando indicios de borrachera.
  • Chico: Sinónimo de partida, ronda.
  • Pola: Así se le dice a la cerveza en Colombia.
  • Picadita: Una picada es algo muy sabroso. Deberían probarla si vienen a Colombia, jajaja.
  • Tufo: El tufo es el alientico que la boca emana después de unas cuantas cervezas.
  • Mecha: La mecha es un triángulo de pólvora, y es parte esencial del tejo.
  • Moñona: Es cuando el tejo cae en el bocín y simultáneamente reviente una mecha.
  • Plata: La platica sí que es necesaria. Se refiere a dinero, lana, o como le quieran decir, jaja.
  • Pelada: Se le dice pelada, a una muchacha, señorita, etc.
  • Escachalandrado: Es cuando una persona está mal arreglada, sucia, mal vestida.
  • Parce: Es la palabra que se usa para llamar a los amigos. Ejm: Parce, ¿bien o qué?
  • Chuzo: Se refiere a tienda, establecimiento comercial, o incluso restaurante pequeño.
  • Fritanga: Es la reunión de rellena, longaniza, chunchullo, y demás ingredientes.
  • Cundiboyacense: Que pertenece al departamento de Cundinamarca y Boyacá.
  • Rellena: Cuero de cerdo relleno de arroz y arveja.
  • Papa criolla: Una papita muy sabrosa jajaja.
  • Chunchullo: Es intestino delgado de la vaca; frito, y muy sabroso.
  • Longaniza: Es como un embutido de carne de cerdo.
  • ‘’Como la perra del alcalde’’: Es un dicho popular colombiano. Quiere decir que la persona quedó saciada, satisfecha de comida.
  • Parceros: Grupo de amigos.
  • Aguardiente: Una bebida alcohólica propia de las regiones paisas. Un trago fuerte pero bueno.
  • Cursi: Algo así como un sinónimo de romántico.
  • Guayabo: Lo que te deja una noche de tomar con tus amigos. En otras palabras, es resaca.

Finalmente les dejo unos vídeos para que vena lo que es el tejo… Espero que se hayan reído un poco con este relato al estilo de mi tierra jaja 😉

 

 

 

No sabía que había una carranga dedicada al tejo jajaj ¡Qué verraquera!

 

 

 

19 comentarios en “Amigos y diversión criolla

  1. lusalo14 dijo:

    ¡Muy ameno, Felipe! Me reí, me reí… 🙂

    Apenas pude leerlo hoy, jejej… Pilas con el guayabo terciario de polas y guaritos, tomados con los parceros… Más el tufo disfrazado con la sana fritanguita… XD

    ¡Un abrazo, mi querido compatriota cuasi colega! 😉 :)… ¡Y que viva Colombia, carajo, jajaja!

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